Aunque la norma ahora parezca ser cargar contra los medios de transporte privados en general (los que funcionan con combustible, claro está), parece que no todo es de color de rosas en lo que se refiere a sus sustitutos, es decir, los coches compartidos. Uno de los principales argumentos de compañías como Uber, Lyft o Cabify es que su uso rebaja el empleo de coches personales y que también disminuye la contaminación, pero hay estudios que demuestran que esto no es así, si no todo lo contrario.
A la hora de acusar a Uber de generar más contaminación que el coche privado, el principal argumento es el estudio llevado a cabo por Union of Concerned Scientists.
En este se aportan datos que muestran que el uso de este tipo de servicios genera hasta un 70% más de contaminación que los trayectos a los que reemplazan. Esto se debe a que no solo sustituyen a los viajes que un usuario haría en su coche o motocicletas, si no que también se han convertido en el reemplazo de trayectos que las personas harían normalmente en metro, bicicleta o simplemente andado.
De esta manera no solo no eliminarían emisiones, si no que aportarían más en el lugar en el que antes ni siquiera llegaban a producirse. Parece algo claro que la facilidad de uso del servicio (reserva con el móvil, te lleva de puerta a puerta, etc.) ha hecho que muchas personas se acomoden y opten por ello en lugar de por su medio de transporte habitual, haciendo que haya un vehículo más funcionado y creando emisiones contaminantes donde antes no hubiera llegado a verlas.
Suma tráfico, no lo reemplaza
Esto quedaría refrendado además por los datos obtenidos por la ONG Transport and Environment que, haciendo un estudio de ciudades europeas como París o Londres, puso de manifiesto que el auge de este tipo de servicios no ha venido acompañado de una reducción de trayectos en coche particular.
De nuevo se llega al mismo punto: Uber no está reemplazando los viajes en vehículo privado, está haciendo que personas que antes no usaban el coche, ahora si lo utilicen para sus desplazamientos. El resultado es lógico: más emisiones añadidas por un mayor uso del servicio.
Un apunte personal
Todo lo anterior ha sido presentado en estudios contrastados, pero también hay un punto que no ha salido a colación y que parece cuestión de lógica: cuando un conductor necesita ir de un punto a otro, coge su coche, que hasta entonces estaba parado, hace el trayecto y lo vuelve a dejar en su sitio; sin embargo, un vehículo de Uber u otra compañía, entre viaje y viaje sigue dando vueltas, esperando a que algún usuario solicite su servicio, por lo que durante ese tiempo muerto, a no ser que esté parado en un punto fijo esperando, también está circulando y, por ende, generando emisiones adicionales que en el caso de un coche particular no se producirían.
¿Tú utilizas mucho estos servicios?