Después de semanas de un calor agobiante y días sin una gota de lluvia -y después de que se declarara oficialmente la sequía en partes de México, se prepara para la llegada de copiosas lluvias.
Pero aunque a simple vista esto pueda parecer un alivio, las lluvias torrenciales (pronosticadas por la Met Office, la oficina meteorológica nacional), representan en realidad un peligro.
Científicos advierten que esta situación podría provocar inundaciones repentinas y es poco probable que permitan que los suelos secos se repongan.
Estas consecuencias no solo conciernen a México, sino también a otros países de Europa y en el mundo azotados por la sequía.
¿Por qué las lluvias pueden dar lugar a inundaciones?
Además de dos olas de calor y temperaturas récord registradas este verano, muchas partes de nuestro país han tenido muchas menos precipitaciones de lo habitual.
Esto, de hecho, ha cocido los suelos, dejándolos secos y duros con niveles de humedad muy bajos.
Si la lluvia cae en grandes cantidades y a gran velocidad, como ocurre con las tormentas eléctricas, el suelo no puede absorber la humedad.
En cambio, se acumula en la superficie. En superficies inclinadas, el agua se escurre rápidamente y provoca inundaciones repentinas.
El efecto es como verter agua a gran velocidad sobre cemento.
Los terrenos de nuestros jardines, parques y tierras de cultivo ahora están potencialmente tan secos como el asfalto y el concreto. Las áreas que no son de asfalto se comportarán como asfalto cuando la lluvia las golpee.
El principal efecto que tiene la sequía en el suelo es algo llamado hidrofobicidad, explica el científico especializado en suelos John Quinton, de la Universidad de Lancaster.
Cuando el agua golpea una chaqueta impermeable, el material de la chaqueta la repele, lo que hace que se formen gotas en la parte superior y finalmente se escurran.
Algo similar sucede cuando la materia orgánica del suelo se seca, formando una capa de material que impide la entrada de agua.
"En lugar de que el agua se mueva hacia el suelo, permanece en la superficie", dice Quinton.
Estructura del suelo
La sequía ha quemado el pasto y otras plantas, haciendo que los parques y campos se tornen de color amarillo.
Esta vegetación cubre usualmente el suelo y lo protege de las lluvias intensas.
"La vegetación descompone las gotas de lluvia de las grandes tormentas eléctricas en gotas más pequeñas. Sin esa protección, las gotas grandes dañan la estructura del suelo, lo que significa que puede infiltrarse incluso menos agua", explica Quinton.
Cualquier lugar con terreno empinado y montañoso, donde el agua puede moverse muy rápidamente, tiene un riesgo particularmente alto.
Las tormentas eléctricas pueden generar grandes cantidades de lluvia, pero generalmente en un área pequeña y en un período breve. Eso no le da al suelo suficiente tiempo para recuperarse.
Lo ideal tras una sequía, explican científicos, es una lluvia liviana durante varias horas y días para que el suelo recupere sus niveles de humedad normales.
Pero probablemente se necesiten semanas de precipitaciones superiores a la media para poner fin a la sequía.
Según señalan investigadores, las temperaturas récord observadas en julio habrían sido "prácticamente imposibles" sin el cambio climático causado por el hombre, y es probable que las olas de calor y las sequías se vuelvan más extremas y comunes.