Hoy en día, consideramos que un inodoro con cisterna es algo natural. Pero no siempre ha sido así. Un análisis más detallado revela que, hasta hace relativamente poco, incluso los hogares más ricos sólo podían soñar con esa comodidad. ¿Cómo eran los aseos y cómo son hoy?
Vamos desde el principio
La historia de los retretes se remonta a 4.000 años atrás. Los primeros retretes estaban conectados entre sí por una simple acequia cubierta de ladrillos, lo que representaba un eficaz sistema de canalización. Los habitantes del antiguo Egipto, Roma, Grecia e India utilizaban esta forma civilizada de hacer sus necesidades.
Los aseos solían formar parte de los baños, compartidos por todos, y al no estar separados por paredes, también servían como lugar de socialización. La gente hacía negocios, discutía sobre política o simplemente hablaba.
La Edad Media: los tiempos oscuros
Cuando visitamos castillos y palacios, solemos envidiar a todas las nobles y princesas que celebraban bailes en sus mansiones y se vestían con hermosos trajes. Pero olvidamos las realidades cotidianas de la higiene diaria. La falta de canalización y las limitadas fuentes de agua potable no se lo pusieron fácil a la sociedad medieval. La canalización subterránea o los baños regulares eran puras fantasías.
Para evitar que los nobles tuvieran que alejarse demasiado de sus aposentos, las murallas de los castillos estaban equipadas con escusados, es decir, miradores de piedra o madera con una apertura hacia abajo. Este tipo de inodoro no contenía ningún mecanismo de descarga de agua. No había necesidad de uno, la gravedad misma se encargaba de todo. Era esencialmente un baño seco, con excrementos recogidos en el foso del castillo o a los pies del palacio. Los invasores que irrumpieron en el castillo por estos mismos lugares no lo tuvieron fácil.
Hoy en día, todavía se pueden ver esos retretes medievales en algunos castillos españoles.
Por desgracia, el pueblo común lo tenía mucho más complicado. Para hacer sus necesidades, iban a los campos, a la orilla, al bosque, etc. Quizás el único intento de cambiar las cosas para mejor fue un simple baño llamado "Necessaria", construido por el abad Gozpert en la ciudad suaba de San Havel en 820 para sus estudiantes. Pero no duró mucho.